En mi jardín... ¡Tu no te cagas!

Hace tiempo que no escribo un artículo. La verdad que el Otoño me hace estar más conmigo misma, reflexionando y pensando sobre mis cosas. Un día aprendí a escuchar a mi cuerpo y a darle lo que necesita en cada momento. Me pedía tiempo para mi, y esto es lo que le he dado. Espero que vosotros también lo escuchéis y le seáis fieles, es la mejor medicina para el alma.


Hoy voy a escribir sobre un tema que he hablado más de una vez pero que es el tema estrella que me encuentro en consulta: El no saber poner límites a uno mismo y a los demás, o si los ponemos, es de una manera con la que no nos acabamos de sentir a gusto, normalmente, de cualquier manera y a lo loco.


El otro día en consulta me surgió una metáfora mientras le explicaba a una clienta el tema de la necesidad de ponerse límites a ella misma y, ya de paso, ponerlos a los demás. Sí, esto funciona así, si tú te dejas pisotear es porque tu mism@ permites la entrada, con una gran pancarta: Entrada libre, deje aquí su mierda. O a veces, te cagas tu mism@, muchas veces no necesitamos a nadie para sentirnos que no valemos nada, a que no?

Es por esto que los demás saben que no te respetas y entran a sus anchas, piensan: si no se respeta, ¿yo por qué tengo que hacerlo? Es entonces cuando nuestra valía y autoestima se ven pisoteadas y por los suelos.


Ya que estas palabras las habéis escuchado muchas veces, incluso ya suenan hasta aburridas al perder su valor, la metáfora del jardín os ayudará a entenderlo más gráficamente.


Nuestra autoestima, esa que se ve pisoteada cuando sentimos que alguien nos ha faltado al respeto, es la que tenemos que cuidar para no sentirnos pisoteados. ¿Y cómo lo sentimos? En forma de malestar. Recuerda: El cuerpo nos habla.


La autoestima es como un jardín, es un jardín cuidado, con césped, con árboles preciosos y con flores.. ¿Os suena a tópico, no? Ya.. a veces soy poco original.

 

Ya sabéis que el césped requiere de un mantenimiento para que sea vea bonito y cuidado. Hay que cortarlo, replantar si algún trozo se ha quedado sin césped, abonarlo de tanto en tanto para que se vea lindo y verde, etc, etc, etc…


Los árboles y las flores (es tu jardín, pon las que te gusten más), también hay que cuidarl@s. Hay que podar las ramas en diferentes épocas de año para que salgan más fuertes y más bonitos. Hay que cuidarlos de posibles gusanos y pulgones. Hay que abonarlos para que sus hojas se vean verdes y sanas. Hay que andar con ojo de que no amarilleen. Con nuestras flores pasa lo mismo: Si queremos que luzcan con sus hermosos colores y máximo esplendor, tenemos que dedicarle un tiempo.


Ya ves que cuidar tu jardín son horas de dedicación y, sobretodo, de mucho cariño y mucho amor. Ni siquiera tú te permites el lujo de pisar lo plantado ni arrancar ni una sola flor... ¡son tan lindas ahí plantadas con sus colores!. Son hermosas de mirarlas, ¿a que sí? Pisarlas sería como pisarte a ti mism@, sería como faltar al respeto a tantas horas de dedicación y de cariño para que todo se vea bonito y precioso. Hacer eso sería un insulto a tu persona.


Pues bien, cuando nos sentimos atacados, pisoteados o humillados por alguien, lo que hace esta persona es: entrar en nuestro jardín, pisotear todo el césped, incluso arrancar trozos de él dejándolo feo y desigual. Pisa y arranca nuestras flores, esas que hemos cuidado con todo nuestro amor y cariño, incluso algun@s se permiten el lujo de bajarse la cremallera y mearse en nuestros árboles, esos que le salen las flores en primavera (Oh, que lindos son!).  Y ya que se han bajado los pantalones, piensan: Pues ya que estoy me cago en su césped y me quedo tan a gusto.. Total, ¡si no le va a importar! ¡No es la primera vez que lo hago y hasta ahora no ha dicho ni “mu”!


Así es como nos sentimos cuando alguien nos pisa lo más importante para nosotros: nuestra valía y nuestro amor propio. Lo mejor de todo, es que nosotros le damos permiso para que lo haga. Incluso, a veces, somos nosotros mismos con las cosas que nos decimos y como nos machacamos, los que nos pisoteamos, arrancamos y nos cagamos en nuestro propio jardín. Si tú crees que no eres merecedor/a de respeto y de amor, ¿los demás por qué lo van a pensar? El responsable en última instancia eres tú, no el que te pisa. Si lo hacen es porque tu les dejas entrar, no lo olvides. Es porque tú te pisoteas a ti mism@.


Esto la gente lo ve, y ve una oportunidad única para echarnos toda su mierda en nosotros, en nuestro jardín. Por qué si tu lo haces.. ¿ell@s porque no lo van a hacer? ¿Quién se lo impide? ¿Tú? Si tu eres el primero en entrar, arrasar y cagarte de lo lindo.. Luego no te quejes de que te han dejado el jardín hecho un asco.. si le has abierto la puerta y le has dejado hasta papel del WC para que se limpien el culo.


Espero que esta metáfora haya sido lo suficientemente gráfica para que os deis cuenta de lo que significa no marcarnos límites. No permitirnos a nosotros mismos pisar nuestro jardín y nuestro amor propio es la clave para que los demás dejen de pisotearnos y de volcar su mierda como si fuéramos un Váter Humano.


Creo que ya va siendo hora de que te creas merecedor de respeto y amor. Si no lo crees tú, no esperes que nadie te lo haga creer… la gente está por otras cosas a día de hoy.


Cuida tu jardín, no lo pises, cuida tus flores y tus árboles. Ámalo como si fuera tu prioridad única. Si lo haces ganarás en seguridad, confianza y, en consecuencia, tendrás una autoestima más sana y más fuerte. Todo empieza por uno mismo, ¿empezamos hoy?

 

Anaïs Ciprián 

Colegiada número 20169


Psiconéctate – Conecta con tu esencia

www.psicologiabreve.es

Escribir comentario

Comentarios: 0